martes, 12 de abril de 2011

Venganza Capítulo 2


Ella estaba intentando tragar saliva para aclararse la garganta cuando él la miró y añadió:
-Así podré vigilarte.
Era como si hablase con una niña.
A ella le dolió y, olvidándose de su anterior sentimiento de desamparo, le contestó indignada:
-No necesito que me vigile nadie. Soy una mujer adulta.
La mirada de Nick bajó entonces hasta la curva de sus senos y permaneció fija allí unos instantes.
Ella se estremeció. Era una sensación tan erótica como si se hubiese acercado y le hubiese desabrochado los botones.
Con una chispa de luz en los ojos, él comentó:
-Eso no se puede negar -y al ver que se sonrojaba continuó-, pero en lo que a Nueva York concierne eres como un inocente bebé y yo me siento responsable de tu seguridad.
Ella contraatacó en un tono que intentaba ser mordaz.
-Me parece muy noble por tu parte, pero no alcanzo a comprender por qué te sientes responsable.
El semáforo se puso en verde y ya habían recorrido más de media manzana cuando él admitió por fin:
-Tu hermano ha tenido que dejar Nueva York por culpa mía y ahora no está él para cuidar de ti.
De repente se dio cuenta de que, si sabía poco de aquel hombre como figura pública, menos sabía de su vida privada. Cayó en la cuenta, con una extraña sensación de disgusto, de que podía estar casado y tener hijos.
-¿Estás casado? -dijo sin pensárselo dos veces.
-¿Eso es una proposición?
-¡Claro que no! Simplemente... -entonces se quedó callada al comprender que se burlaba de ella.
-¿Querías asegurarte? -sugirió él.
Miley vio la sonrisa que apareció en su cara y supo que él quería decir asegurarse de que no lo estaba.
¿Habría notado el efecto que le causaba? ¿O es que pensaba que todas las mujeres querían cazarlo? Probablemente ambas cosas, pensó ella con desánimo.
-Bueno, no me vendría mal -contestó Miley con cautela-. Al fin y al cabo no se nada de ti -dijo preparando el alfiler para deshincharle el orgullo al verlo sonreír-. No puedes censurarme el que estés felizmente casado.
-Me temo que no tengo más remedio que aplastar tus esperanzas. No tengo ni mujer, ni niños -y añadió malévolamente-, ni amante ninguna en este momento. Estoy solo.
-Basta
Miley tuvo una absurda sensación de satisfacción, como si le hubiesen regalado algo.
-O sea que tendrás que fiarte de mí. ¿Te preocupa?
-¿Debería preocuparme?
-Puede que sí. Como bien has dicho, no sabes nada de mí. Sólo tienes mi palabra de que las cosas han sido como te las he contado y de que soy quien digo que soy. Podría incluso ser uno de los malos y estar raptándote en este momento.
Aunque lo había dicho en un tono jocoso hubo algo en su voz que hizo estremecerse a Miley.
Claro que él lo hacía adrede con el fin de aturdirla y ganar ventaja. 
Ella le respondió con calma.
-Podría ser. Pero no tengo dinero, ni buenos contactos, y no sé de qué te iba a servir.
-Eres una mujer adulta -comentó él en tono de burla.
Ella lo miró con los ojos muy abiertos.
-¿Quieres decir que para mañana por la mañana podría estar en Buenos Aires?
-Estaba pensando más bien en mi cama.
-¿De verdad? -trató de parecer mundana y divertida ante aquella broma pero la simple idea de estar en la
cama con él hizo que le temblase la voz-. ¿Y esa es tu idea de la protección?
-Si lo que quieres es protegerte de mí, no tienes más que acudir a mi ama de llaves.
Aquello sonó tan inglés que Miley no pudo evitar sorprenderse.
-¿Tienes un ama de llaves?
-La señora Kirk. Es la decencia en persona. Hija de un predicador escocés, hace tiempo esposa de un párroco y ahora una respetable viuda.
Súbitamente rompió a reír. 
-¿Crees que te engaño otra vez?
-Se me ha pasado por la cabeza.
-Pues no. Es todo verdad. Cuando la contraté, al principio, me daba hasta miedo. Para serte sincero, aún me lo da.
Miley dejó escapar una risita.
-Gobierna el apartamento con mano de acero.
-¿Dónde está tu apartamento? -le preguntó ella volviendo a las cuestiones prácticas.
-En la Quinta Avenida, frente a Central Park -respondió él como si nada.
¿Y dónde si no?, pensó ella. El de Trace también estaba en el centro pero en una zona menos prestigiosa.
Mientras hablaban habían recorrido el túnel que unía Queens con Manhattan por debajo del río y ahora avanzaban por los cañones de acero, cemento y cristal del centro. El sol ya se había puesto y el cielo estaba de un azul índigo que contrastaba con las miles de luces de colores y parecía envolver la ciudad con su manto.

En cualquier otro momento, Miley hubiera estado completamente cautivada por el panorama pero ahora sólo concedía a los rascacielos y el abundante tráfico una parte de su atención. La otra parte la absorbían su acompañante y la situación en que se encontraba.
Nicholas Jonas era enigmático en más de un aspecto. Al enterarse de quien era él, ella había esperado una personalidad arrogante y orgullosa, sin sentido del humor. Pero, aunque sí había algo de arrogancia en la manera en que levantaba la cabeza, también era encantador, inteligente y atractivo.
El poder y el dinero podían darle a un hombre un momentáneo atractivo pero no había nada superficial en el magnetismo que de él emanaba.
Y era amable. Bajo su apariencia burlona parecía estar genuinamente preocupado por ella. ¿Por qué, si no, se iba a molestar en ir a buscarla y llevarla a su apartamento? Y a pesar de todo, Miley notaba ciertas vibraciones que la incomodaban, algo que no llegaba a comprender...
-Esta es la Quinta Avenida -dijo él interrumpiendo sus pensamientos.
Ella miró por la ventanilla del coche para ver la famosa calle y contempló las galerías y los museos entre tiendas muy conocidas y edificios de apartamentos de lujo.
Al llegar a la altura del edificio Fitzgerald, el Mercedes giró y entró en una calle privada hasta llegar a una barrera que se alzó para dejarlos acceder al aparcamiento subterráneo.
Aparcó el coche en una plaza reservada y después rodeó el coche para ayudarla a salir. Muy cerca estaban los ascensores y la cabina del guardia de seguridad.
Un hombre robusto de uniforme apareció y dijo con una voz arenosa:
-Buenas tardes, señor Jonas.
-Buenas tardes, Arthur. Ella es la señorita Cyrus, que va a ser mi invitada durante unas semanas. 
Miley le dedicó una sincera sonrisa a Arthur.
-Buenas, señorita -le contestó él con una sonrisa de aprobación.
'Es guapa', pensó el hombre. 'Y parece que brilla el sol cuando sonríe. Y no mira por encima del hombro,  como otras'.
Nick le lanzó las llaves y añadió:
-Haz que Peter nos suba el equipaje, por favor.
-Claro.
Nick guió a Miley por la cintura hasta el ascensor. Todo el cuerpo de ella temblaba y lo sentía tan cerca que el corazón se le lanzó al galope.
-Arthur me recuerda a William Bendix -comentó con la voz algo entrecortada mientras subían hacia el último piso.
Nick la miró divertido y contestó:
-A mí también. Pero me sorprende incluso que hayas oído hablar de William Bendix.
-A la señora Bartholomew, la anciana que ayudaba a cuidar, le gustaban las películas antiguas -explicó Miley.
El vestíbulo era de mármol pálido, con estatuas clásicas y un candelabro de cristal. También había un tramo de escaleras de mármol que bajaban al piso de abajo.
Frente a la escalera había una puerta blanca y dorada que se abrió, obediente, ante la llave electrónica de Nick. Ella trató de que todo aquello no la impresionase mucho y se dejó guiar a través del espacioso recibidor hasta el salón.
Era amplio y hermoso, y la decoración se basaba en el blanco con toques de color aquí y allá. Estaba amueblado de modo simple y cómodo y tenía pocos muebles modernos. Era el hogar de un hombre al que le gustaba que no le complicasen la vida.
Entonces hizo su entrada una mujer de apariencia severa, con el pelo corto y gris y unas gafas de montura de metal. Iba incongruentemente vestida con una camiseta, unos pantalones verdes y morados y unas zapatillas de deporte.
-Ah, señora Kirk... -dijo Nick mientras Miley trataba por todos los medios de no reírse.
La voz de Nick también había parecido temblar de risa pero cuando se volvió para presentarlas tenía la expresión completamente seria.
-Cómo está usted... -murmuró Miley educadamente.
Los oscuros ojos de pájaro de la anciana la observaron sin sonreír.
Miley, que se sintió incómoda, añadió entonces como disculpándose:
-Me temo que mi presencia le va a dar bastante trabajo extra.
Como si hubiera pasado la prueba, la cara de la mujer se relajó y exclamó:
-¡Bah, eso no importa! -entonces, con una mirada de complicidad, añadió-. Me apuesto lo que sea a que este hombre te ha dicho que soy un dragón.
Miley prefirió ser diplomática y respondió:
-Me ha dicho que es usted la decencia en persona.
-¿De verdad? -dijo mirando a Miley con desconfianza-. Bueno, me voy a la cama. Ya he dejado algo de cena.
A tiempo que ésta se alejaba hacia sus habitaciones, Miley, más tranquila, le preguntó a Nick:
-¿Lleva mucho tiempo contigo?
-Desde que murió su marido, hace diez años. Lleva más de quince en Estados Unidos.
-Todavía tiene un acento escocés muy fuerte...
Un timbre que anunciaba la llegada del equipaje interrumpió las palabras de Miley.
Tras explicarle a Peter, un joven pelirrojo, dónde debía dejar las maletas y darle una propina antes de marcharse, Nick llevó a Miley a la cocina.
Era una cocina espaciosa, de diseño, alicatada en azul marino y blanco con una mostrador curvado y un banco junto a él. En el ambiente flotaba un delicioso olor a café y el 'algo de cena' de la señora Kirk hubiese bastado para todo un regimiento.
Al ver la comida, Miley confesó:
-Tengo sed, pero nada de hambre.
-¿Demasiadas bandejas de plástico? -sugirió Nick en tono jovial.
Ella asintió riendo.
-Puede ser.
-Aunque es más probable que sea debido a la diferencia horaria. A menos que estés acostumbrada a estar de fiesta hasta las tres de la mañana...
Ella negó con la cabeza. Aparte de cuidar a la señora Bartholomew lo único que había hecho en su vida a esas horas era dormir. Alguna fiesta de vez en cuando no le hubiera venido mal, pensó con tristeza.
-Me siento culpable al desaprovechar tanta comida -dijo entonces.
-No tienes por qué. No se va a desperdiciar. Mañana a primera hora la señora Kirk se la llevará a un comedor de caridad, para que la aprovechen los desamparados. Ahora dime, ¿qué quieres beber? Algo frío, un zumo de fruta o una limonada... El café no te va a dejar dormir.
El que le ofreciese una limonada la hizo sentirse tratada como una niña y además estaba tan cansada que ni una orquesta tocando a todo volumen le impediría dormir.
-Prefiero un café -le dijo desafiantemente.
Nick se encogió de hombros y sirvió el humeante café en dos tazas rústicas que resultaban tan absurdas en aquella cocina de diseño como las zapatillas de deporte de la señora Kirk en el lujoso salón.
Al acercarle a Miley su taza sus dedos se rozaron. Ella dio un salto como si hubiera recibido una corriente eléctrica. Los ojos café y burlones de él se clavaron en los de ella.
-¿Está caliente, no?
-Sí.
Se sentó en el banco y se arrepintió inmediatamente: si él se sentaba al lado estaría atrapada.
Pero él no hizo ningún movimiento para acercarse a ella aunque no dejaba de observarla.
Tras un instante, él rompió el silencio para preguntarle con delicadeza:
-¿Cuántos años tienes, Miley? ¿Dieciocho o diecinueve?
Ella tenía una profunda sensación de irritación cuando él la trataba como una niña, aunque sabía que aquello la protegería en cierto modo.
-Casi veintiuno -replicó levantando la cabeza-. ¿Y tú?
-Casi veinticuatro -dijo él con un brillo de risa en aquellos extraordinarios ojos.
-¡Qué viejo! -se burló ella-. Pero, aun así, no consigo verte como una figura paternal.
-Ni quiero que lo hagas -le informó él en un sedoso tono- Solo son tres años, lo último que quiero ser para ti es un padre.
Al ver en sus ojos la mirada del depredador, el nerviosismo y la alarma se mezclaron en el corazón de Miley y un escalofrío le recorrió la piel.
Él lo percibió y su expresión cambió. Ahora su cara reflejaba un cordial interés.
-Me has dicho que saliste de Estados Unidos cuando tenías tres años.
-Sí. Cuando el matrimonio de mis padres se rompió, mi madre me llevó de vuelta a Inglaterra.
-¿Era inglesa?
Miley asintió con la cabeza.
-Nació y se crió en Sussex y sentía que sus raíces estaban allí. Aunque para entonces mis abuelos ya habían muerto.
-¿Por qué no se llevó a Trace?
-Quiso hacerlo, pero mi padre sólo accedió a divorciarse con la condición de quedarse con su hijo. Al principio ella se negó pero luego decidieron preguntárselo a Trace, que ya tenía catorce años. Y él prefirió quedarse con su padre.
-¿Fue un divorcio amistoso?
-No, fue muy amargo. Mamá hizo todo lo posible por mantenerse en contacto con Trace pero, aunque le escribió a menudo, jamás recibió respuesta alguna. Más tarde descubrí que habían destruido todas sus cartas antes de abrirlas... -la voz le tembló y se le llenaron los ojos de lágrimas.
Apartó la vista de él, tratando de no parpadear.
-¿Tu madre y tú estaban muy unidas?
-Mucho.
Como si quisiera darle tiempo para recuperarse, Miley se acercó para rellenarle la taza e hizo lo propio con la suya antes de decir:
-Sigue.
Ella tragó saliva y lo obedeció.
-Tuve noticias de Trace tras la muerte de nuestro padre. Por una extraña casualidad nuestros padres murieron los dos en el plazo de pocas semanas. Papá de un ataque al corazón y mamá en un accidente de tráfico.
Las oscuras cejas de Miley se unieron en un gesto de asombro.
-Y tras dieciocho años sin importarle nada, ¿qué lo llevó a ponerse en contacto contigo?
-¡Es que sí le importábamos! -la alegría asomó al expresivo rostro de Miley-. Me ha dicho que siempre se sintió culpable por no haber mantenido la relación, pero que no había querido oponerse a papá.
Con un toque de crueldad, Nick preguntó entonces.
-Si su padre tenía tanta influencia sobre él, que se convirtió prácticamente en un desconocido para ustedes, ¿por qué quería ahora que vinieses aquí?
Ella le respondió con cierta torpeza.
-La verdad es que no estoy segura, pero creo que le hacía sentirse mal el que papá no me hubiera dejado nada en el testamento. Aunque yo no esperaba que lo hiciese. Trace me preguntó en qué condiciones estaba...
-¿y?
-Y yo se lo expliqué.
-Dime.
Ella satisfizo su curiosidad un poco a regañadientes.
-No tenía ni casa ni trabajo.
-¿Cómo puede ser eso?
-Cuando mamá y yo volvimos a Inglaterra encontró trabajo cuidando a una señora a la que no le importaba tener también una niña viviendo en la casa. Al ir creciendo me fui ocupando de ayudar a mamá, ya que la señora Bartholomew cada vez estaba más impedida. 
Nick la observaba de cerca con el gesto congelado, ocultando sus pensamientos.
-Poco después de la muerte de mamá, la anciana tuvo un ataque al corazón y su familia decidió internarla en una residencia y poner la casa en venta.
-Y cuando Trace se enteró de tus circunstancias te pidió que vinieses aquí.
-Eso es.
-¿Y tú accediste?
Miley percibió la censura en su voz y aquello la hizo reaccionar.
-No buscaba que alguien me solucionase la vida. Él se ofreció a buscarme un trabajo y una casa, y eso es todo. Además, nada me retenía en Inglaterra.
Sintiendo que su vida había entrado en vía muerta, Miley había agarrado al vuelo la oportunidad de empezar de nuevo.
Los oscuros ojos de Nick parecían ahora más sombríos.
-¿No tenías novio?
-Había tenido varios, pero ninguno especial hasta que llegó Liam. Con él había estado tranquila y feliz y había esperado compartir el futuro junto a él hasta que la dejó por una rubia muy sexy llamada Janine.
-Nadie a quien no pudiera dejar atrás -respondió con calma.
-¿Ni familia ni amigos?
-Sí, un par de amigos. Pero Trace es el único familiar cercano que tengo.
Y ni siquiera había ido a recibirla.
Nick había admitido que fue culpa suya pero, de todas maneras, podía haberla dejado al menos unas líneas escritas para darle la bienvenida...
-¿No ha dejado ni una nota para mí?
-¿Una nota? ¿Por qué? ¿Es que esperabas que lo hiciera?
-No es que lo esperara pero...
-Por lo que yo sé no ha dejado nada. Debe de habérsele pasado con las prisas de última hora.
Una vez más, Miley tuvo la rara impresión de que Nick mentía, de que le ocultaba algo.
Pero estaba claro que aquellas extravagantes ideas eran tonterías suyas, producto del cansancio por el vuelo y el cambio de horario.

4 comentarios:

  1. por qué: Una vez más, Miley tuvo la rara impresión de que Poncho mentía, de que le ocultaba algo. (?) PONCHO?

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  2. Ya la corregí Flurry, shut up! xD errores de novata(?)

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  3. :)
    buenisimooooooo
    otroooooooooo!

    :p

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