Mañana es el final!(:
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-Que es más de lo que su padre, Carl Guggenheim, pudo hacer -continuó Trace-. Aunque la cubrió de oro la dejó hacer cuanto le venía en gana.
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-Que es más de lo que su padre, Carl Guggenheim, pudo hacer -continuó Trace-. Aunque la cubrió de oro la dejó hacer cuanto le venía en gana.
Miley, con el corazón latiéndole a cien por hora, volvió al tema fundamental.
-¿Quieres decir que Ginny le debió de contar a Carole lo que ocurrió aquella noche?
-Quiero decir que Carole lo vio: estaba allí. De hecho ella fue la razón de que empezáramos a discutir. Quería que Ginny la acompañara a una de esas fiestas salvajes que tanto le gustaban. Pero Ginny estaba pálida, parecía enferma, y yo no quería que saliera.
En aquel instante les sirvieron la cena. Mientras lo hacían, Miley trató de aclarar sus ideas. Estaba segura de que Trace decía la verdad. Pero, en ese caso, ¿por qué Ginny le había hecho creer lo peor a su hermano y enfrentado a los dos hombres?
Cuando el camarero se marchó finalmente, Miley se esforzó por cambiar de conversación para borrar de la cara de su hermano aquella desolación.
-En una de las cartas decías que de pequeña solía sentarme en tus rodillas. Creo que me acuerdo de algunas cosas. ¿Una vez...?
Durante el resto de la cena y el café hablaron sobre su infancia y se pusieron al día el uno al otro en cuanto a sus vidas.
Fue Trace quien al fin se dio cuenta de lo tarde que era. Agitado, se apresuró a salir del restaurante y paró un taxi para ella.
-¿Quieres que vaya contigo? ¿Y si...?
-No creo que esté en casa -dijo ella para calmarlo-. Desde que volvimos vive en la oficina prácticamente. Gracias por la cena. Te llamaré.
Y tras un breve abrazo entró en el taxi.
El ático estaba oscuro y silencioso cuando llegó. Estaba cruzando el salón cuando una figura alta se levantó de una silla y la sobresaltó. Un segundo después se encendieron las luces.
-¿Dónde diablos has estado? -preguntó Nick.
Su cara era una máscara de furia y no llevaba ni chaqueta ni corbata.
-He salido -se encaró ella con él.
Con los ojos echando chispas, él dijo despectivamente:
-No hace falta que me digas con quién.
-Trace me ha llevado a cenar.
Por un segundo consideró si decirle o no lo que su hermano le había contado. Decidió no hacerlo. Era sólo la palabra de Trace contra la de Ginny. Pero si conseguía que Carole confirmase la versión de Trace...
-No me prohibiste que lo viera -comentó ella valerosamente al ver la expresión rígida de Nick.
-¿Y si lo hubiera hecho?
-No estás en casa el tiempo suficiente para hacer de guardián -lo atacó ella-. Las cuatro últimas noches he cenado sola -dijo dejando ver su resentimiento - teniendo en cuenta el caso que me has hecho, es como si también hubiera dormido sola.
-Eres una pobrecita esposa a la que le falta atención -se burló Nick-. Pero no tengo intención de que eso siga ocurriendo.
Era evidente lo que quería decir.
Con un solo movimiento la tomó en brazos y la llevó al dormitorio.
-Déjame -dijo ella empezando a forcejear-. Voy a dormir en mi antigua habitación.
-No, cariño -su tono era frío y de rabia-. Te voy a hacer el amor hasta que me supliques piedad y yo esté satisfecho.
-¡Prefiero que me pegues! -exclamó ella.
-Lo dudo.
La arrojó con desprecio en el viejo diván, encendió la luz de la mesilla y comenzó a desabrocharse la camisa.
Ella corrió hacia la puerta pero, antes de llegar, él la detuvo. Luchó y pataleó y, oyendo romperse las costuras del vestido, él la desnudó despiadadamente.
-Te odio -sollozó ella-, te odio.
-Nada nuevo -comentó él mientras terminaba de desnudarla con el brazo libre.
Un momento después, ella estaba extendida en la cama y él sobre ella, controlando sus movimientos.
-Voy a gritar -balbuceó.
-Tendrás que gritar muy alto: la señora Kirk no está. Y ahora, mi Miley guerrera...
Ella tembló convulsivamente cuando él la tocó por primera vez, pero entonces, con una fatalista calma envolviéndola, se quedó tendida y en silencio, pasiva como una muñeca de trapo.
No era su estilo el tenerla a la fuerza. Aquello no le satisfaría el orgullo. Obviamente quería castigarla, torturarla con una mezcla de sensuales sensaciones.
Pero la mente también tenía su papel en el sexo y si su única defensa era la frialdad la usaría.
Nick detuvo las manos y, como si fuese clarividente, la miró a la cara. Sus ojos color gris tenían una expresión ausente, como si mirase a través de él.
-No va a funcionar, mi querida esposa. Yo me aseguraré de que tu mente no se ausente y colabore para que disfrutes de lo que te voy a hacer.
La mordisqueó el labio inferior y, sonriendo, vio como las pupilas de Miley se dilataban involuntariamente.
Cuando Miley despertó y se desperezó, comprobó que estaba sola en la cama y que la luz del día invadía la habitación. Notó una oleada de calor que se transformó en un escalofrío al recordar, humillada, la noche anterior. Sus esfuerzos habían sido inútiles. Él la había usado con una insultante insolencia y había sonreído al ver como se retorcía y se convertía en una esclava indefensa de la pasión, pisoteando su orgullo.
¡Jamás lo perdonaría!
Se puso una bata y se encaminó a la cocina con la garganta seca para tomar una taza de café.
Allí se encontró con la señora Kirk, que estaba preparando el desayuno. Tenía el gris cabello revuelto y las gafas mal colocadas.
-Parece que a las dos se nos han pegado las sábanas -comentó con acidez.
-Nick -Miley dijo su nombre con dificultad- me comentó que anoche salió usted, o sea que tiene una buena excusa.
-Sí, fui a una proyección de cine en beneficio de los necesitados. Pero tengo tanto que hacer hoy...
El teléfono sonó e interrumpió sus palabras.
Miley se había servido el café y estaba tomándoselo cuando regresó la dama con una expresión de ira.
-Era esa Guggenheim otra vez, para recordarle a Nick lo de la fiesta de esta noche. Le he dicho que está en la oficina. Allí no se atreverá a llamarlo.
Cautelosamente, Miley comentó:
-Era amiga de Ginny, ¿no?
El ama de llaves adoptó un gesto reservado.
-Así es.
Miley renunció a la cautela.
-Señora Kirk, ¿cómo era realmente Ginny? -y, al ver la reticencia en la cara de la dama, añadió con desesperación-. No es por simple curiosidad. Necesito saberlo. Y usted es la única persona que me puede dar una opinión imparcial.
Se hizo un largo silencio y Miley ya pensaba que su petición no había encontrado eco cuando la señora Kirk dijo sencillamente:
-De pequeña era preciosa, y encantadora y amable cuando le venía en gana. Pero era una mentirosa incorregible, astuta y engañosa y empeñada en salirse siempre con la suya.
Hice todo lo que pude, y no se debería hablar mal de los muertos, pero creció y siguió siendo como era. Se metió en muchos líos que tuvo que ocultarle a su hermano. Él estaba demasiado ocupado con los negocios como para darse cuenta y ella lo tenía encandilado. Nick jamás pensó nada malo de ella, pero a mí no me gustaba la forma en que se exhibía.
La señora Kirk se quedó de pronto callada y luego continuó.
-Fue un gran alivio cuando se casó aunque yo lo sentí por el señor Cyrus... ¡Pero ya está bien! Probablemente he hablado más de lo debido y no me corresponde...
Un impulsivo abrazo interrumpió las explicaciones de la señora.
-Gracias por ser tan franca. No repetiré ni una palabra.
-Puede que fuese hora de que alguien lo dijera. Y sólo te he contado la verdad -repuso la mujer encogiendo los huesudos hombros.
Miley apretó los dientes. De alguna manera debía convencer a Carole aquella noche en la fiesta de que hiciese lo mismo...
Mientras estaba ayudando a la señora Kirk a recoger los platos del desayuno seguía con sus pensamientos puestos en la fiesta. Miley recordó que tendría lugar en el prestigioso Waldorf-Astoria.
Aunque estaba disgustada y enfadada por el modo en que Nick la había tratado, un extraño orgullo hacía que odiase la idea que hacerlo quedar mal ante sus amigos.
-Tendría que hacerme algo en el pelo y la cara -dijo pensando en voz alta.
-Abajo hay una peluquería y salón de belleza -sugirió la señora Kirk.
Miley suspiró.
-Probablemente ya es demasiado tarde para pedir hora. Y, en cualquier caso, yo... Se me ha olvidado pedirle dinero a Nick.
La señora, que sabía mejor que ella el peso que tenía el apellido Jonas, exclamó:
-¡No importa! Les llamaré para pedirte hora y ya mandarán la factura después.
Ya eran las cinco y media cuando Miley salió del salón de belleza con el aspecto y la sensación de ser una mujer nueva.
El cabello, rizado y aclarado por el sol, se lo habían cortado de un modo que le hacía el cuello más largo y realzaba su bonita estructura ósea. La piel le resplandecía y las uñas tenían un brillo rojizo mientras que el profesional maquillaje le remarcaba la boca y los ojos y la convertía en una deslumbrante belleza.
Aunque su propio juicio fue algo más moderado cuando se miró al espejo supo que podría ir a cualquier parte sin que tuviese que avergonzarse de ella.
Cuando dieron las seis y aún no había rastro de Nick empezó a ponerse nerviosa. ¿Habría decidido no ir a la fiesta después de todo?
Lo llamó a la oficina y fue él mismo quien contestó con cierta brusquedad:
-Jonas al habla.
-Me estaba preguntando a qué hora vas a llegar a casa.
Miley tuvo la sensación de que le sorprendía oír su voz pero, tras un instante, él preguntó con un frío desprecio:
-¿Estás pensando en volver a escaparte para ver a ese hermano tuyo?
Sabiendo que una discusión estropearía sus planes Miley no estalló.
-Carole ha llamado antes para recordarte lo de la fiesta de esta noche... ¿Vas a ir, verdad?
-No estoy de humor para fiestas -dijo él, irritado.
-Por favor, Nick, llévame. He ido a la peluquería y me he arreglado y me encantaría ir -dijo conteniendo la respiración mientras esperaba su respuesta.
-Muy bien, ya que me lo pides así... -y añadió casi para sí mismo-. Tal vez si Carole se enfrenta al hecho de que me he casado me deje por fin en paz.
Miley se puso en el lugar de la otra chica.
-Tampoco quiero estropearle la fiesta. Está enamorada de ti y...
-¿Aún eres lo suficientemente ingenua como para hablar de amor? Existen el encaprichamiento y el deseo bueno y sincero, pero no el amor... Al menos como tú lo imaginas. Estaré en casa en una hora -añadió secamente para terminar.
Con una mezcla de alivio y nerviosismo escogió el vestido más llamativo que Nick le había comprado: uno de Jamé dorado con finísimos tirantes. Era falsamente simple, ciñéndosele a la cintura y cayendo grácilmente sobre sus caderas.
Completó el atavío con unas sandalias a juego, un chal y un bolso del mismo material. No llevaba ninguna joya excepto el colgante de Nick y el anillo. Una vez lista esperó muriéndose de impaciencia.
A la siete y media, al ver que no había llegado, estaba ya desanimada y segura de que habría cambiado de opinión. Entonces escuchó con alivio que la puerta se abría.
Iba a pasar de largo sin mirarla apenas cuando se paró de golpe y preguntó:
-¿Qué te has hecho?
Su ataque fue tan salvaje, tan inesperado que los ojos se le llenaron de lágrimas.
-No quería... No quería hacerte quedar mal.
-Por favor, no llores -dijo añadiendo cansadamente-. Es simplemente que me gustas más con el pelo largo y estoy hastiado de las muñecas de plástico que crean en los salones de belleza.
Con un breve suspiro se giró sobre los talones y entró en el dormitorio diciendo al tiempo:
-Estaré contigo en quince minutos.
Para cuando volvió, Miley ya había recuperado el control, aunque por dentro la devoraban el desánimo y la decepción y los nervios ante lo que se disponía a intentar.
Llegaron al Waldorf cuando la fiesta estaba en todo su apogeo y las risas y el rumor de las conversaciones flotaban en el aire junto con la música de baile. Y el champán corría como las cataratas del Niágara.
Era una sofisticada fiesta en la que estaba presente lo mejor de Nueva York. Mientras se abrían paso para ir a saludar a la anfitriona, varios de los hombres más poderosos de Wall Street saludaron a Nick con respeto. Sonriendo y haciendo el papel de buen marido les presentó a Miley y aceptó sus felicitaciones.
Carole se acercó acompañada de un hombre robusto y de baja estatura con los labios regordetes. Llevaba un vestido escarlata oscuro que realzaba su morena belleza.
-Nick,, cariño, me alegro de verte -dijo con una sonrisa radiante.
Pareció estar a punto de besarlo y, de pronto, él le tomó la mano con cortesía y se la llevó a los labios.
-¿Ya conoces a Miley, no?
-Sí, claro -y comentó con una evidente falta de entusiasmo-. Gracias por venir.
Los dos hombres se dieron la mano y entonces Nick se giró hacia Miley:
-Cariño, te presento a Carl Guggenheim, el padre de Carole... Carl, esta es Miley, mi mujer.
Él estudió su cara mientras le estrechaba la mano.
-No sabía que estuvieras casado... Y con una chica tan guapa -le comentó a Nick.
-Ha sido un romance sorpresa y lo hemos mantenido en secreto por la prensa.
En aquel instante apareció Paul, el joven rubio que ya les había presentado Carole en una ocasión. Se saludaron al reconocerse y luego éste se llevó a Carole a bailar como si no percibiese su reluctancia.
-¿Qué te parece? --le preguntó Carl a Nick.
-Un joven agradable y muy decidido -contestó Nick.
-Puede que se convierta en mi yerno -asintió Carl lentamente-. Creo que quiere a Carole y sabe cómo llevarla... Ah, ahí está Manny... Bueno, los dejo para que disfruten de la fiesta.
Cuando les dejó solos, Nick inclinó la cabeza y dijo:
-¿Te apetece bailar, cariño?
Y esta vez fue Miley la que se vio conducida a la pista de baile.
Normalmente le encantaba bailar con él pero aquella noche, con tanto rencor entre los dos y la mente fija en otros asuntos, Miley no conseguía relajarse y sintió un gran alivio cuando él sugirió mezclarse con los demás invitados.
Dos horas y varias copas de champán más tarde, Miley no había avanzado nada hacia su objetivo. Nick no la había abandonado ni un instante y, debido a la rabia o a la influencia de Paul, Carole ni se les había acercado.
Cuando todo el mundo empezó a desplazarse hacia el buffet ellos tomaron asiento en un rincón tranquilo.
-¿Tienes hambre? -preguntó él.
-Muchísima -mintió Miley.
-Voy a ver que encuentro por ahí.
Tan pronto como se marchó, Miley empezó a observar a la multitud en busca del vestido escarlata de Carole. Si pudiera encontrarla y hablar con ella a solas un minuto...
Entonces, como por ensalmo, la alta chica apareció a su lado. Se tambaleaba un poco y el vaso que llevaba se inclinaba peligrosamente. Se sentó en el sofá azul al lado de Miley y le dijo:
-Felicítame. Paul y yo acabamos de comprometernos.
-Espero que seas muy feliz -dijo Miley con sinceridad-. Paul parece un chico estupendo.
-Lo es -dijo Carole con amargura-. Pero tú te has llevado al único hombre que me ha importado de verdad. Lo intenté con todas mis fuerzas... Y no fui la única. Pero cuando se trata de mujeres es un cerdo arrogante y cruel.
¡Como si yo no lo supiera!, pensó Miley.
-¿Cómo has conseguido que se enamore de ti? -le preguntó Carole con la lengua vacilante-. Me gustaría saber cual es el secreto...
-¡Pero si no está enamorado de mí! -dijo Miley decidiendo por instinto contar la verdad-. Sólo se ha casado conmigo para vengarse de Trace... .
Carole frunció el ceño y la observó intentando centrar la mirada.
-¿Trace?
-Yo soy la hermana de Trace Cyrus.
-No sabía que tuviera una hermana. ¿Y qué…?
-Nick piensa que Trace maltrató a Ginny y...
-¡Qué gracioso! -exclamó Carole tras apurar el vaso y dejarlo caer de su mano-. Eso demuestra lo ciegos y tontos que pueden ser hasta los hombres más inteligentes. Ginny tenía a Trace en sus manos. Él estaba loco por ella y a ella no le importaba nada él... Jamás lo quiso.
-Pero iba a tener un hijo suyo.
-No era de Trace, sino de Rick Merryl. Rick era aún más joven que Ginny pero un completo salvaje, siempre tuvo problemas con la policía. Él fue quien la introdujo en las drogas...
Miley repitió, como en trance:
-El niño no era de Trace...
-Claro que no. Ya estaba embarazada cuando se acostó con él. Esa fue una de las razones de que se casara con Trace: tenía miedo de que Nick descubriera de quién era realmente el niño. Se hubiera puesto furioso y...
Miley temió que Nick regresase antes de que le diese tiempo a sacarle a Carole la verdad y la interrumpió para preguntar:
-¿Estabas allí la noche que se cayó por las escaleras y perdió el niño?
-Sí, había ido para llevarla a una fiesta. Pensé que necesitaba animarse un poco. Él no quería dejarla ir y discutieron.
-Pero Trace dice que él no estaba siquiera cerca de ella cuando tropezó y cayó por accidente.
-No fue un accidente y no se tropezó...
Todas las esperanzas de Miley comenzaron a esfumarse y casi no oyó las siguientes palabras de Carole, absorta en su desolación. Cuando al fin las asimiló susurró apresuradamente:
-Repíteme eso.
-He dicho que Ginny lo hizo a propósito.
ohhhh x dios chanc chan jiji
ResponderEliminarme encanto el cap agg no podre leer el cap
:( en fin regresando sera la primera q busq espero q subas otra nove me encantan.
cuidate bye
o.O
ResponderEliminarcomo???
jeje a mi tambien repitanmelo!
esk en serio!
no puedo creer k la mala de la historia
sea la hermana! jajajaja
en serio!
k me fascina la nove chik!
jeje eres genial!
kuidathe
espero el siguiente :)