Él se quedó quieto unos segundos y después, con un murmullo incoherente, la abrazó con todas sus fuerzas.
-Lo siento, cariño. ¿Te he hecho daño? -preguntó al oír una pequeña queja.
-Sí... No... No importa. quiero que me abraces.
Él lo hizo y luego se separó para mirarla a la cara. Lo que vio en ella fue el afrodisiaco más potente jamás creado.
Poco a poco, como un hombre que sabe saborear los placeres, le quitó las horquillas y sonrió al ver caer aquella cabellera castaña y le bajó los tirantes del camisón, que cayó al suelo con un sedoso rumor. La luz de la luna bañaba sus muslos, sus hombros y la pálida curva de sus pechos.
Era hermosa, pensó él. Delicada como una figura de porcelana y, sin embargo, fuerte y arrojada, con un espíritu inquebrantable.
Las manos de Nick ocuparon el lugar de la luz de la luna y sus caricias casi le detuvieron el corazón.
Sus bocas se unieron y se formó entre ellos una corriente de excitación tan fuerte que los transportó a ambos. Él la tomó en brazos y la tendió sobre la alfombra antes de desnudarse con apresurados dedos.
Miley al verlo allí, desnudo y hermoso como una estatua griega, extendió los brazos para hacerlo tenderse. La boca de Nick repartió besos por sus párpados, su pelo, sus labios entreabiertos y sus pechos, mientras, conociendo perfectamente sus necesidades, la acariciaba hasta volverla loca.
Cuando por fin cubrió el cuerpo de ella con el suyo no hizo ningún intento por no descargar todo su peso. Sabía instintivamente que ella ansiaba sentirlo.
Hicieron el amor con prisa y furia y el clímax fue casi insoportable.
Más tarde, cuando sus latidos se habían calmado, él se puso en pie y para protegerla de la fría brisa que entraba por la ventana la llevó a la cama.
La abrazó y le hizo apoyar la cabeza en su hombro mientras decía tiernamente:
-Duerme, amor mío.
Amor mío...
Pero ella no era su amor. Era una mujer que lo satisfacía. Aunque él odiase a su hermano. Y cuando se hubiese vengado de éste y ella dejara de agradarle, la abandonaría, ya que no había ningún sentimiento profundo, ningún afecto.
Miley permaneció tendida escuchando la profunda y regular respiración de Nick y, mientras su cuerpo era todo júbilo, su corazón lloraba lágrimas de sangre.
Miley y Nick prolongaron la estancia en la isla varios días y cuando volvieron a Nueva York, en forma y bronceados, hacía un calor sofocante y el menor soplo de brisa, aún con olor a humo de los coches, era un tesoro.
La señora Kirk, con unos pantalones de chándal amarillos y una camiseta roja y verde les recibió con su habitual austero entusiasmo.
-Ya tengo la comida preparada y he hecho sitio en tu dormitorio para las cosas de Miley. Supongo que lo compartirán, ¿no? ¿Este no será uno de esos matrimonios modernos en que los dos tienen habitaciones separadas?
-No, le aseguro que no -dijo Nick con una mirada que hizo sonrojarse a Miley y desear que estuvieran solos.
Ella asintió con cara de aprobación y ya se alejaba cuando se detuvo para decir:
-Ah, y ha llamado la señorita Guggenheim -pronunció el nombre dejando claro lo que pensaba de ellapara recordar que hace una fiesta el sábado por la noche. Le dejé muy claro que estabais de luna de miel pero insistió en que habías prometido ir. Y el señor Hayward llamó varias veces para preguntar si habíais vuelto.
Al oír el nombre de Trace, la cara de Nick adoptó un gesto frío. Tras llevar las maletas al dormitorio dijo bruscamente.
-Tan pronto como me haya duchado y cambiado me voy a la oficina. ¿Encontrarás algo que hacer mientras no estoy?
Miley se quedó helada al oír el tono de su voz y repuso:
-Claro pero, ¿no vas a comer algo antes?
-Pediré que me suban un sandwich si quiero comer.
Diez minutos más tarde añadió escuetamente:
-No sé a que hora volveré, o sea, que no me esperes.
Y tras esto desapareció y ella se quedó sola. Su burbuja de felicidad había explotado como un globo que roza un alfiler.
Mientras habían estado lejos, enterrando en lo más hondo de su mente las dudas sobre el futuro, cada día había sido como un valioso tesoro en que había vivido, amado y reído y lo había dado todo.
Él, como si también se hubiera liberado momentáneamente de sus espíritus malignos, había parecido en ese tiempo incluso más joven y guapo. Había un resplandor en su cara que se podría haber tomado por felicidad.
Habían pasado los días paseando y practicando deportes acuáticos, tomando el sol en la playa y leyendo y las noches haciendo el amor lenta y satisfactoriamente.
Nick había hecho el desayuno que, hablando y besándose, habían tomado en la cama. A menudo para hacer después el amor.
Él había conocido muchas mujeres de aspecto sexy que habían resultado ser frías y calculadoras y se sintió conquistado por el calor y la pasión que escondía bajo aquel aspecto tranquilo. Y se lo había dicho.
Aunque no se sentían incómodos en silencio habían conversado durante horas, debatiendo sobre cualquier cosa. La mayor parte de las veces estuvieron de acuerdo y, cuando no, habían disfrutado de las batallas retóricas. Lo único de lo que no habían hablado nunca era de Trace y la sombra que pendía sobre su relación.
Habían explorado la zona buscando animalitos y, a pesar de que era muy escrupulosa en sus higiene personal, Miley no había protestado por tener los pies llenos de barro, o el pelo enredado.
Nick, acostumbrado a las mujeres aburridas y superficiales que no parecían poder pasar un día sin ir a un salón de belleza, se había deleitado con la personalidad de Miley, su entusiasta amor por la vida y su completa falta de vanidad. Y una vez más se lo había dicho, dándole así esperanzas de que algún día podrían cambiar las cosas.
Ella no había echado de menos la gente, ni las salidas nocturnas y, aunque habían estado aislados, Miley se había sentido en el paraíso.
Ahora, de pronto, estaba de nuevo en la tierra y con su regreso a Nueva York y a la vida real, Nick era de repente un hombre distinto del desenfadado amante que fue en la isla y todas las esperanzas de Miley se perdieron.
En los días siguientes casi no lo vio, ya que trabajaba de sol a sol. Algo que, a pesar de su natural energía, le daba un aspecto cansado.
Aunque dormían en la misma cama, él no hizo ningún intento de tocarla y la trataba con una cortés frialdad que le rompía el corazón. Tal vez si ella se hubiera acercado a él las cosas hubieran sido distintas pero, aunque deseaba ardientemente estar en sus brazos, su orgullo la impedía pedírselo.
A la primera oportunidad que tuvo llamó al apartamento de Trace y oyó un mensaje que decía que estaba en California en viaje de negocios. Ella dejó en el contestador otro pidiéndole que la llamase en cuanto regresase.
El teléfono no sonó hasta el viernes por la tarde.
-¿Miley?
-¡Trace! -exclamó ella con alegría-. ¿Cuándo has vuelto?
-Hace diez minutos. ¿Podemos vernos?
-Sí, ¿dónde?
-Supongo que ahora puedes salir, ¿no?
-Sí, sí puedo.
La señora Kirk estaba fuera y Miley estaba a punto de cenar sola en la cocina.
-Nick trabaja hasta tarde -añadió-. Tiene que ponerse al día después de las vacaciones.
-¿Cenamos juntos entonces? Toma un taxi y espérame en Fingles en media hora.
-¿Dónde está?
-En Madison esquina con la calle Sesenta y siete.
-Allí estaré.
Miley llamó a un taxi sin perder un segundo. Para cuando se hubo puesto un elegante vestido negro de cóctel y bajado al vestíbulo del edificio, éste ya la esperaba.
Al llegar a Fingles, un selecto restaurante, Trace ya estaba allí, esperándola bajo el toldo de la entrada.
Se apresuró a recibirla y pagó al taxista antes de acompañarla al interior a través de las puertas de cristal ahumado que un empleado les abrió.
El aire acondicionado mantenía la verde y dorada sala a una temperatura perfecta y había flores, que le daban un toque de color. Estaba bastante llena, con la mayor parte de las mesas ocupadas por una clientela muy bien vestida.
Trace le murmuró unas palabras al jefe de camareros y le pasó discretamente un billete. Un instante después les conducían a un reservado.
Ni Nick lo hubiera hecho mejor, pensó Miley mientras miraba la carta.
Tan pronto como estuvieron solos, los torturados ojos castaños de Trace estudiaron su cara.
-¿Estás bien?
-Sí, todo va bien.
-No tienes aspecto de ser muy feliz -observó él astutamente y suspiró-. Ojalá hubiéramos tenido ocasión de conocernos realmente.
-Eso pienso yo. Pero ya tendremos tiempo de ahora en adelante.
-Lo dudo. Nick me odia y no le gustará que nos veamos -dijo Trace con el puño tan cerrado que los nudillos se le pusieron blancos-. Si se entera de lo de esta noche se pondrá furioso y puede que...
Ella le cubrió la mano con la suya con un gesto tranquilizador.
-No tienes de qué preocuparte.
-Ojalá yo estuviese tan seguro.
-Puedes estarlo.
-Pero sólo se ha casado contigo para... -Trace se detuvo súbitamente.
-Ya se por qué se ha casado conmigo -repuso ella con calma-. Pero no importa lo que te quiera hacer creer a ti: no va a hacerme ningún daño.
Trace, con la voz insegura, preguntó:
-¿Si sabes por qué se casó contigo por qué no lo dejas?
-Porque lo quiero.
Era la verdad, aunque no toda la verdad.
-Es peligroso enamorarse de un hombre así -contestó Trace sombríamente-, de un hombre duro y cruel...
¿Te ha hablado de Ginny...?
Se quedó callado de pronto al ver que un camarero había aparecido junto a él.
Tan pronto como hubieron pedido y volvieron a estar solos, Miley dijo despacio:
-Sí, me ha hablado de Ginny.
-Era una chica preciosa, alegre y animada. No llevábamos mucho tiempo casados cuando a Nick se le metió en la cabeza, por alguna razón, que yo la pegaba...
-¿Lo hiciste?
-¡No, por Dios! Estaba enamorado de ella. Me di cuenta muy pronto de que nuestro matrimonio había sido un error pero jamás, jamás, le hubiera puesto una mano encima.
Su voz tenía una sinceridad inconfundible.
-Pero no conseguí que Nick me creyese. Una vez
casi me partió la mandíbula porque le vio un cardenal en el brazo. No se por qué, ni qué pasó, pero todo empezó a ir fatal. Nada de lo que hacía la complacía y después de perder el bebé, Nick la convenció de que me dejara. Me pregunto si él... -se quedó callado.
Tras unos momentos, Miley dijo con calma:
-No es lo que estás pensando. Él cree que tú la hiciste caer por las escaleras en medio de una discusión.
-¡Dios mío! -exclamó Trace con cara de horror-. Reconozco que aquella noche estábamos discutiendo pero se tropezó ella sola. Carole tiene que saberlo.
-¿Carole?
-Es una amiga de Ginny. Estaban muy unidas, incluso después de casarnos -y añadió con rabia-. Siempre he pensado que fue una mala influencia. Ojalá a Nick sí le hubiese gustado esa chica, quizá él hubiese podido evitar que se metiera en problemas.
«O sea, que así es como Carole encaja en la historia», pensó Miley.
Pero que le pasa a Nick???? Pero bueno espero y se de cuenta que ama a miley =)
ResponderEliminarNiña me encantoooo el cap el espero el siguiente xfaaaaaa!!!!!
Besos y abrazos enormeeeeeesss!!!jeje
mmm ese nick xq es frio yo como q pienso q esa carole tiene q ver en algo jiji
ResponderEliminarenfin sube pronto
cuidate bye