jueves, 19 de mayo de 2011

Venganza Capítulo 11

Miley, que estaba exhausta, agradeció la sugerencia. Se dejó caer en la silla más cercana mientras él caminaba hacia la ventana con las manos en los bolsillos y se quedaba mirando hacia afuera, de espaldas a la habitación.
Mientras esperaba que comenzase a hablar, ella observó con detalle la anchura de sus hombros y los sólidos músculos del cuello, sus correctas orejas y la forma de su cabeza, así como el modo en que el oscuro cabello se le rizaba un poco en la nuca.
Estuvo callado tanto rato que ella empezó a creer que había cambiado de opinión cuando al fin, en un tono frío e inexpresivo, empezó a hablar.
-Era hijo único y tenía trece años cuando murió mi madre. Dos años después mi padre volvió a casarse con una viuda joven y rubia que tenía una hija de diez meses. La niña se llamaba Virginia, aunque todo el mundo la llamaba Ginny.
Es decir, que aquella fotografía era de su hermanastra y no de alguna antigua novia, como ella había pensado.
Él continuó:
-Los dos años siguientes no fueron muy agradables. Nunca me cayó bien mi madrastra y sospechaba de los motivos que la habían llevado a casarse con mi padre. Aquella desconfianza se transformó en repugnancia cuando una noche, mientras mi padre estaba en viaje de negocios, entró en mi habitación completamente desnuda. Yo apenas tenía diecisiete años. Mi padre y yo siempre habíamos estado muy unidos y yo quería irme sin que me hiciera preguntas embarazosas, o sea, que lo convencí de que un año viajando antes de entrar en la universidad me enseñaría más que todo el tiempo que pasara en Oxford.
En los cuatro años siguientes apenas vi a mi familia. Durante las vacaciones aprovechaba para viajar por Europa. Pero, cuando iba a acabar la carrera, mi padre me dijo que al terminar quería que fuese a trabajar con él a Texas, aunque yo no quería hacerlo. Quedaban pocas semanas cuando el destino intervino. La casa de la familia se quemó y mi padre y su esposa murieron, pero milagrosamente, Ginny, que tenía siete años, se salvó.
Volví a casa enseguida y en cuanto cumplí con todos los trámites me hice cargo de la niña y nos mudamos a Nueva York. Tenía muchas pesadillas y pensé que era mejor que cambiase de ambiente. Alquilé una casa y encontré a la señora Kirk, que resultó ser una joya.
Haciendo una pausa se volvió a mirar a Miley.
-Supongo que te preguntarás qué tiene que ver todo esto con Trace. Ya llegaré a esa parte, pero quiero que entiendas el contexto de la historia -dijo pasándose una mano por la nuca para calmarse antes de continuar-. En los diez años siguientes, Ginny se convirtió en una chica preciosa, animada y llena de una inocencia alocada, y tremendamente sexy -y añadió con un deje de amargura-. Pero yo estaba demasiado ocupado levantando el negocio de mi padre para darme cuenta.
Aunque parecía mayor, sólo tenía diecisiete años cuando, aprovechando que yo estaba de viaje, se fugó no con un universitario, sino con un hombre experimentado más de diez años mayor que ella. Para cuando me enteré ya estaban casados.
Los ojos de Miley se abrieron como platos al comprenderlo todo.
-Eso es -dijo Nick con crueldad-, Trace ya era mi cuñado antes de casarnos tú y yo.
-No sé... No entiendo por qué estás tan furioso -balbuceó Miley-. Ya sé que había mucha diferencia de edad, pero por lo menos no era un cazafortunas... Y se supone que Ginny se casó con él porque quiso.
-¡Habían tenido una aventura a mis espaldas y ella estaba embarazada!
-Todavía no entiendo por qué...
Nick la interrumpió con brusquedad.
-Y a pesar de que llevaba un hijo suyo en las entrañas él no tardó en empezar a maltratarla.
-No... -susurró Miley.
-Un día vino con moretones en el brazo y comenzó a llorar y confesó que Trace le pegaba. Fui a verlo para amenazarlo, pero él lo negó todo y me dijo que no me metiera en sus asuntos.
Trace no debía de ser ningún enclenque si se atrevía así con Nick, pensó Miley.
-Unas semanas después, durante una de sus frecuentes peleas, ella cayó por las escaleras y perdió el niño. Cuando fui a verla al hospital se derrumbó y me contó que él la había empujado. Le dije que dejara a aquel cerdo y volviera a casa.
Miley miraba con horror la desolada cara de Nick.
-Cuando le dejé claro que Ginny no iba a volver con él me acusó de interferir en su matrimonio y de cosas aún peores.
-¿Qué?
-Me dijo que estaba celoso, que yo estaba enamorado de ella.
A Miley le vino a la mente la provocativa pose de Ginny en la foto, una actitud que parecía todo menos fraternal, y preguntó con cautela:
-¿Y era verdad?
En el rostro de Nick se reflejó el asombro que sintió.
-Desde luego que no -contestó escuetamente-. Jamás la vi como algo más que una niña, una hermana pequeña -y tras una pausa añadió con amargura y angustia-. Una hermana a la que le fallé. Unos días más tarde murió de una sobredosis. Se confirmó que fue accidental, pero no hubiera llegado a tomar drogas de no ser por tu encantador hermano.
El primer impulso que sentí fue romperle el cuello, pero cuando se me pasó el ataque de ira prevaleció el sentido común. Tenía que haber otras formas de hacerle pagar por lo que hizo.
-No lo entiendo -empezó a decir Miley con la voz temblorosa-. Si hay tanto odio entre ustedes, ¿por qué te ha vendido CMH?
-No me la ha vendido -dijo Nick con una media sonrisa-. Debido a unos problemas de liquidez en su empresa me hice con el control de las acciones sin que él lo supiese. Aún no sabe que trabaja para mí. Me ha llevado casi un año pero ahora lo he puesto justo en el lugar que quería...
La mirada de salvaje triunfo que había en la cara de Nick mientras cerraba el puño lentamente era aterradora.
-Si odias tanto a Trace no entiendo por qué has querido casarte con su hermana... -dijo al tiempo que lo iba comprendiendo.
En una sociedad civilizada, Nick no había podido vengarse como hubiera deseado en principio. O sea que había aplicado la idea de «ojo por ojo...»
Notó que palidecía y que se hacía la oscuridad mientras la habitación empezaba a dar vueltas... Un segundo después sintió que la mano de Nick le bajaba la cabeza hasta colocársela entre las rodillas.
Ahora todo sería mucho más difícil para él. Ella lo quería, eso estaba claro. Pero también estaba claro que era obstinada y orgullosa.
Tras un momento, Miley se recuperó del mareo. Cuando trató de incorporarse, él la ayudó.
Miley, con la cara pálida y los ojos desorbitados, recordó lo que le había dicho el día que se conocieron: que sus enemigos lo llamaban «despiadado».
Y lo era. Lo había planeado todo para que ella se enamorase de él y aceptara casarse. No había dejado ningún detalle al azar. Por eso la había acompañado a todas partes y se había encargado de que no saliese sola. Con razón se había enfadado tanto al saber que había ido a la oficina de Trace. Si éste hubiera vuelto a tiempo, la parte final del plan habría fracasado.
Quizá más tarde sintiera dolor. Por el momento sólo era consciente de un gran y frío vacío en su interior.
-Si estabas buscando alguna forma de vengarte de Trace, el descubrir mi existencia debió de ser como si te tocara la lotería.
-Sin duda.
A ella le repugnó su crueldad, pero, reponiéndose un poco, le preguntó:
-¿Cómo lo averiguaste?
-Contraté a varios detectives para que investigaran su vida, para que encontraran algo que pudiera servirme para la venganza.
-¿Y fueron esos detectives los que tomaron aquellas fotos de mí?
-Aprendes rápido --dijo con admiración-. Yo ya lo tenía todo planeado, pero quería asegurarme de que no recibía a una impostora en el aeropuerto.
-¿Cómo te las arreglaste para librarte de Trace?
-Organicé un asunto de negocios de última hora que era crucial para la supervivencia de CMH. No tuvo más remedio que ir.
Antes de irse dejó encargada a la señora Simpson, su ama de llaves, que fuese a recogerte. Por suerte, ella y la señora Kirk van a la misma iglesia y ésta le contó a la señora Kirk que tenía intención de irse a Minneapolis de vacaciones para ver a sus padres justo el día que llegabas tú. Entonces fui a verla y le dije que había habido un cambio de planes: que yo te recibiría y que te quedarías en mi casa hasta que volviese Trace, o sea que podía irse tranquilamente de vacaciones. Me lo agradeció mucho -dijo Nick añadiendo entonces con satisfacción-. Yo mismo la llevé a la estación de autobuses antes de ir a recogerte.
-Y después todo lo que tenías que hacer -dijo ella con amargura- era convencerme de que me casara contigo. Mi ingenuidad debe de haber sido una gran ventaja, ¿no?
-Si hubieras sido otro tipo de chica, una chica a quien le atrajesen el dinero o la posición social, hubiera sido aún más fácil.
-¿Quieres decir que no hubieras tenido remordimientos de conciencia?
A juzgar por su cara a Nick no le había gustado aquel comentario y ella probó a darle otro golpe.
-¿No tendría gracia que hubieras hecho todo esto para nada? A lo mejor a Trace no le importa absolutamente nada que nos hayamos casado.
-Sí le importará.
Ella recordó el fax y admitió ante sí misma que Nick debía de estar en lo cierto. Pero, negándose a admitirlo ante él, insistió:
-Si es la bestia despiadada que me has descrito no entiendo por qué iba a preocuparse por mí.
-Bueno, yo creo que sí se preocupará.
-¿Y esperas que lo pase mal?
-Espero que pierda el sueño -dijo de un modo casi agradable-. De hecho, yo creo que el proceso ya ha empezado. Ahora mismo estará volviéndose loco para descubrir dónde estamos. A la señora Kirk le hablé de Hawai y a mi secretaria le pedí que reservase dos billetes de avión para Oahu, es decir, que tardará un par de días en encontrarnos.
-¿De verdad crees que va a venir?
-Estoy seguro -dijo él con una calmada confianza.
-Entonces esperarás que le enseñe los moretones que me habrás hecho.
-No tengo ninguna intención de maltratarte -dijo él con sequedad.
-¿Por qué no? -exclamó ella-. Si me vas a sacrificar para lograr tus fines no sé por qué no me utilizas del todo.
-Eso sí tengo intención de hacerlo -contestó él lentamente.
Estaba claro a qué se refería y la sangre se le heló a Miley en las venas. Se mordió el labio hasta asegurarse de que su voz sonaría firme al hablar.
-No pienso acostarme contigo.
Él mostró una sonrisa burlona.
-Yo creía que lo estabas deseando. Incluso tenías ganas de hacerlo antes de casarnos. ¿Qué es lo que ha cambiado?
Todo había cambiado. Antes lo había amado y creído, o casi creído, que él también la amaba a ella. Ahora sabía que la estaba utilizando y lo odiaba.
Sí, él la llevaría a la cama para consumar el matrimonio y porque era la única mujer disponible por allí. Pero Miley no significaba para él más que el medio de ejecutar su venganza.
-Eres un cerdo sin corazón...
Él chasqueó la lengua diciendo:
-Esa no es forma de hablarle a un marido.
-¡Yo no soy tu esposa! Y nunca lo seré.
-Yo creo que sí -repuso Nick imperturbable.
Ella negó con la cabeza.
-Me voy de aquí.
-¿Cómo?
Aquella palabra la dejó helada. Nick había elegido bien el destino de su luna de miel.
Miley se enfureció por su irónica mirada y contestó:
-Nadando si hace falta.
-La isla más cercana está a un kilómetro y medio.
-Prefiero ahogarme a acostarme contigo.
-Ya veremos después si puedo hacerte cambiar de opinión.
-Tendrás que hacerlo por la fuerza.
Nick sonrió, inflexible.
-Lo dudo mucho.
Pero tampoco había dicho que no estuviese dispuesto a hacerlo...

3 comentarios:

  1. geniallllll
    siguela pronto
    cuidate bye

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  2. Me encantoo!
    Subi los otros caps!! Es muy buena la novela...

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  3. Me encanato demaciado
    como es posible tanta sed de maldad en una persona....
    nos vemos en el siguiente cap!

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